domingo, 3 de mayo de 2009

Luis Ortiz Monasterio: pasión por la escultura

¿El maestro Ortiz Monasterio experimentó con la materia prima, incluso antes de morir: transformó la piedra, retomó y conjugó el arte clasicista con la plástica prehispánica. Lo inerte de su medio de expresión le dio vida. Su obra la de pequeño y gran formato, emociona, transmite, dice. Con cada una de sus cinceladas el escultor hizo hablar a las piedras y nos dejó su voz grabada en la roca¿.

Lo anterior fue expresado anoche por Guadalupe Tolosa, investigadora y especialista en la obra del escultor Luis Ortiz Monasterio (1906-1990), durante la mesa redonda que se organizó en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, con motivo del centenario de su natalicio.

Tolosa está próxima a publicar el libro El ropero de piedra, autobiografía que Ortiz Monasterio, en la que participa con una introducción y la selección de imágenes la realizó en colaboración con César Palomino.






En la mesa redonda estuvo presente Ana Ortiz Monasterio -hija del escultor-, Adolfo Cantú, nieto de Federico Cantú, con quien Ortiz Monasterio compartió taller, la directora del Museo Magdalena Zavala y la curadora María Estela Duarte.

Añadió Tolosa que el escultor conoció todas las corrientes universales y siguiendo sus propias orientaciones, logró imprimir en su obra un carácter nacional y un sello absolutamente personal. ¿Supo hundir con vigor y paciencia su cincel, sabe el valor de sus materiales pétreos. Conoce como disciplina y buena orientación los trabajos de fundición. Su talento creador, lo coloca como el escultor más original de México¿.

La especialista dijo que Ortiz Monasterio utilizó todas las técnicas en su producción escultórica, desde la talla directa, pasando por el barro cocido y el yeso, hasta los complejos trabajos de fundición.

Dijo que en su primera etapa denominada ¿Clásica o Académica¿, la desarrolló en los años veintes del siglo pasado en Los Ángeles, California, donde realizó sus primeras tallas en madera y fue influido en la escritura por Arthur Miller.

La segunda etapa se denomina ¿Art Deco o Déco surrealista¿, que realiza entre 1931 y 1939, en la que muestra un nuevo camino en su escultura, con una expresión pura, simbólica y sintética.








Adolfo Cantú, dijo que en su tercera etapa, conocida como Modernista Futurista 1949.1947, hace todo tipo de experimentaciones con todo tipo de materiales, y su cuarta es la Monumental, que lleva a cabo entre 1948 y 1955, en la que plasma una síntesis tanto en la forma como en los motivos plásticos.

En su quinta etapa Monumental II Mexicanidad 1956-1965, realiza la Fuente de Nezahualcoyotl y un friso azteca. Mientras que en la sexta Abstracción geométrica 1966-1975¿, se inaugura su exposición en el Palacio de Bellas Artes y la última etapa por la que atraviesa es Abstracto II voluptuosa 1975-1990, en la que propone una estilización de los rasgos humanos en proporciones mayores.

Ana Ortiz, hija del escultor señaló que su padre fue un gran ser humano, que dedicó gran parte de su vida a su más grande pasión: la escultura, dejando un hermoso legado digno de admiración, pero también una responsabilidad moral de preservar y transmitir a nuevas generaciones el valor y la belleza de las artes plásticas.



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